Temeridad y desobediencia marcaron el primer apagón en el sur de Guayaquil

Parecía más un viernes por la noche. En la avenida Las Esclusas, al sur de Guayaquil, niños jugaban en los portales, motos circulaban por decenas, los comercios seguían abiertos y parejas paseaban de la mano por las veredas tan solo tres minutos antes del primer apagón y del inicio del toque de queda. 

La dinámica barrial en los minutos previos a la primera desconexión de dos horas en la ciudad marcó una tónica de desobediencia a las restricciones de movilidad en el distrito Sur, uno de los más violentos de la ciudad con 227 asesinatos en 2024.

Una vez iniciado el corte eléctrico, en los Guasmos continuaron circulando decenas de vehículos y motocicletas.

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Y aunque la circulación de peatones disminuyó de inmediato con el corte de luz, PRIMICIAS constató en un recorrido por el Guasmo Sur la presencia de jóvenes, parejas e incluso familias caminando a oscuras con niños por vías principales y secundarias del sector.

Un convoy de dos camionetas con militares de la Armada del Ecuador y una de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) patrulló la zona en un operativo de seguridad por el toque de queda (de 22:00 a 6:00).

En la primera hora de apagón, el convoy se topó con al menos cinco grupos de vecinos charlando en las calles, en un sector marcado por ataques armados indiscriminados que se saldan a menudo con víctimas colaterales.

Vecinas cotilleando en las esquinas

Las reuniones de vecinas en las esquinas se disolvían al paso del convoy militar. Otras familias ni se inmutaban y seguían sentadas en los portales donde habían decidido pasar las dos horas a oscuras (de 22:00 a 00:00) de los primeros apagones en la ciudad.

La indisciplina rayó la temeridad. Cerca de la Playita del Guasmo -lugar de matanzas y hechos violentos recurrentes por disputas criminales desde 2022- una docena de vecinos, entre hombres, mujeres y menores de edad, permanecían en una esquina pasadas las 22:30.

El sector tenía fluido eléctrico, en medio de zonas aledañas totalmente apagadas. Y el personal militar tuvo que bajarse de las camionetas para ejecutar requisas y conminar a los infractores a que vayan a su casas, advirtiéndoles que estaba vigente el toque de queda.

“Estábamos en una reunión por un cumpleaños, pero ya no nos retiramos”, se justificó un hombre en pantaloneta. “Vámonos a la otra esquina”, decía otro. Mientras que una familia con un niño de brazos atravesaba caminando el sector.

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Un capitán de corbeta, quien prefirió no ser identificado, confirmó que en las operaciones en la Isla Trinitaria (suroeste) se observó también a personas, incluido niños, infractores del toque de queda, a los que solicitó regresar a sus hogares.

Durante las primeras horas de recorrido en la Trinitaria -parte de las 92 áreas de concentración de violencia y problemas crónicos de inseguridad que tiene la ciudad- se decomisaron tres armas de juguete, un cuchillo y municiones calibre .45.

El oficial señaló que, aunque las armas de juguete no constituyen un delito y por esa razón no se ejecutaron detenciones, estas son usadas para intimidar y delinquir, ya que la ciudadanía no siempre puede distinguir entre una réplica y un arma real en situaciones de peligro.

Cero muertes violentas y dos detenidos

Operativos similares se desplegarán durante los apagones nocturnos de ocho horas previstos para la próxima semana (entre lunes 23 y el jueves 26 de septiembre), con personal policial y militar desplegado en los ejes viales y zonas priorizadas.

“El Bloque de Seguridad priorizó las zonas más sensibles, en las cuales se despliegan patrullas permanentes. Y en lugares menos problemáticos se realizan patrullas móviles”, señaló el capitán.

Fernando Cornejo, presidente de la empresa pública municipal de seguridad Segura EP, indicó que durante los apagones se ejecutaron 64 operativos conjuntos con personal municipal y de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) , 34 de impacto y 30 tácticos.

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Además, se registró la detención de dos personas por violar el toque de queda, que podrían ser sentenciada hasta a tres años de cárcel por violar la restricción de circulación.

También se retuvo 11 motocicletas por incumplir la ordenanza de circulación de dos hombres en motos, se realizó una captura por orden judicial, una aprehensión por porte un arma de fuego y dos por posesión de drogas, según el balance preliminar de la entidad.

Cornejo subrayó que no se reportaron muertes violentas durante el apagón, el principal indicador para medir los esfuerzos de seguridad desplegados en la ciudad, dijo.

De 355 alertas recibidas en el Ecu 911 Guayaquil en la franja horario de los cortes y el toque de queda (22:00 a 6:00), 86 estuvieron relacionadas con la seguridad ciudadana, lo que representa un aumento del 8% en comparación con el promedio habitual de emergencias de este tipo.

Usuarios sin bus pasadas las 21:00

La indisciplina respecto al toque de queda en el sur contrastó con sectores comerciales del norte y centro de la ciudad, que registraron negocios cerrados y poca circulación vehicular desde las 21:00. De hecho,  usuarios del transporte público reportaron pocos buses luego de esa hora.

Una hora antes de los primeros apagones en Guayaquil, usuarios del transporte público en el centro de la ciudad expresaron su frustración al no poder encontrar buses urbanos disponibles para regresar a sus hogares.

Entre ellos estaban Paola Méndez, de 48 años, y su hija de 24, esperaban un bus de la línea 171 en la calle Los Ríos y 9 de Octubre para dirigirse al oeste de la ciudad. Pero tras 20 minutos de espera no lograban conseguir transporte.

Solo dos cooperativas de las decenas que circulan por el sector aún brindaban el servicio en ese corredor vial, pasadas las 21:00.

Los transportistas advirtieron que sus unidades van a realizar sus últimos recorridos entre las 19:00 y 21:00 previo a los apagones, por la seguridad de los conductores en una de las ciudades más violentas del país. 

“Es terrible, dejan desprotegida a la gente, nos sentimos inseguras y tampoco se puede confiar ahora en los taxis”, dijo Méndez, angustiada porque no sabía si iba a poder llegar a su casa antes del inicio de los primeros cortes de energía y del inicio del toque de queda.