Bryan Fogel, un ciclista aficionado, decide doparse para demostrar que los controles que les hacen a los deportistas no son tan estrictos como parecen. En medio del experimento, se encuentra con Grigory Rodchenkov, el director del centro antidopaje de Moscú y todo toma una nueva dimensión.
Ícaro es un documental extenso, pero no deja de sorprender de inicio a fin. Bryan Fogel intentó demostrar que sí es posible pasar los controles antidopaje, pero se encontró con una historia fascinante que le permitió ganar el Oscar a mejor documental en 2018.
Fogel -protagonista y director del documental- empezó a usar estimulantes para competir en la Haute Route. Se trata de una carrera anual en los Alpes para ciclistas amateur. En ese momento conoce por casualidad a Grigory Rodchenkov.
El médico ruso le impone al ciclista un régimen de esteroides y hormonas. Y de pronto, Rodchenkov aparece implicado en un informe de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que lo vincula con el sistema de dopaje patrocinado por Rusia.
Rodchenkov escapa a los Estados Unidos y todo cambia de rumbo. Ya no importa la carrera de Fogel, sino el escándalo que se ha destapado. El mismo Vladimir Putin es salpicado, ya que el médico asegura que el presidente ruso conocía sobre la manipulación de las pruebas de los deportistas.
El documental deja ver cómo el centro antidopaje de Moscú alteraba las pruebas, cambiaba las muestras de orina y les permitía a los deportistas rusos competir sin ser detectados. Todo, desde la mirada de Grigory Rodchenkov, un personaje muy curioso.
Ícaro ganó en 2018 el Oscar a mejor documental largo. Fue el primer gran premio de Netflix y ha permanecido en la plataforma por más de tres años. Vale la pena verlo.
También le puede interesar:
