Es jueves pasadas las 19:30 y las calles del tradicional barrio La Ronda, en Quito, lucen semivacías. Muchos de los bares, restaurantes y centros de entretenimiento ya no abren de noche. Más de una decena de locales cerraron definitivamente.
La delincuencia alejó a los clientes y también a parte de los comerciantes de un sector conocido por su gastronomía tradicional y la amplia oferta de bares y karaokes con música en vivo, además de las terrazas con una vista única del centro de la ciudad. El barrio enfrenta una de las peores crisis de su historia, según varios habitantes del sector.
Después de las enormes pérdidas económicas que dejó la pandemia de Covid-19, este barrio volvió a la vida cuando se flexibilizaron las restricciones sanitarias. Según los comerciantes, los clientes regresaron y los aforos incluso superaron a los de meses previos a la pandemia. Sin embargo, el aumento de la inseguridad, los robos y las extorsiones ahuyentaron a la clientela. Ahora, el futuro es de incertidumbre.
