Cinco ejemplos de tecnologías disruptivas que debería conocer

Captura de pantalla de un funcionario del KB Kookmin Bank en el entorno metaverso.  

La realidad virtual o VR es aquella que sumerge al internauta en un mundo completamente virtual, y que solo existe detrás de una pantalla o en un ecosistema digital. No es lo mismo que realidad aumentada. 

Diseñadores de interiores, fabricantes de autos y toda empresa que busque vender un producto pueden beneficiarse de esta disrupción digital.

Para entrar al mundo virtual se necesitan gafas especiales, como las que fabrica Oculus Rift y las de Samsung. Esta última ha logrado penetrar en el mercado con relativo éxito, se agotó en su temporada de ventas en Amazon y es más amigable de usar porque se conecta al ‘smartphone’ de la marca. 

Meta, la empresa de Mark Zuckerberg, busca abanderar este mundo virtual a través del Metaverso, pero aún no lo ha conseguido y de hecho ni sus propios empleados lo utilizan.

Esta tecnología le agrega elementos virtuales a una realidad que ya existe, a diferencia de la realidad virtual que solo es posible verla en un computador. 

Usando unas gafas de realidad aumentada, como las que promociona Google, puede reproducir objetos, animaciones o datos que no están ahí. 

Esta es una tecnología disruptiva que sería útil para ‘imaginar’ cómo luciría una pared pintada de un color distinto o unos muebles nuevos en un ambiente. 

Pókemon Go es un ejemplo de la RA en videojuegos y consiste en cazar los distintos Pókemon en un ambiente real donde está el usuario. 

Ilustración de un celular inteligente con varias criptomonedas, el 11 de noviembre de 2022.  Reuters

En esencia, el blockchain o cadena de bloques es una gran base de datos compartida, a la que solo tienen acceso sus participantes. Y cada usuario puede rastrear y añadir bloques de forma simultánea. 

Sin el blockchain, las criptomonedas más valiosas del mundo, como Bitcoin y Ethereum, simplemente no existirían. En el mundo ‘cripto’, los usuarios ahora pueden invertir, intercambiar o vender estas bitcoins, pero ninguna transacción está sujeta a un organismo máximo o banco central estatal.

Precisamente, esta falta de regulación ha hecho que las inversiones en criptomonedas den paso a estafas piramidales o engaños. Además, el precio de las bitcoins ha mostrado ser altamente volátil e impactado por los propios vaivenes de los mercados financieros. 

Esto ocurrió en mayo de este año, cuando el valor del bitcoin cayó por los suelos o cuando el algoritmo de la criptomoneda Luna falló dejando a miles en la quiebra. 

Y el más reciente colapso de las criptomonedas es FTX, una plataforma declarada en bancarrota luego de las malas decisiones de su fundador. 

Además, para minar criptomonedas se necesitan grandes servidores informáticos, los cuales utilizan enormes cantidades de energía eléctrica. Y en tiempos de ahorro energético y cambio climático, el minado de bitcoins es visto como un enemigo del medio ambiente. 

Una de las ramas de la informática ha logrado que las máquinas puedan razonar, aprender y hasta hablar. Se trata de la Inteligencia Artificial, que se aplica desde hace décadas y no solo en robots sacados de una película de ciencia ficción. 

En la salud, la IA ha permitido avances importantes para el diagnóstico de enfermedades y el análisis del historial clínico. 

Watson fue el primer computador con IA y hoy sigue trabajando con médicos de decenas de países como Estados Unidos y México. 

Los desarrollos con IA también han estado envueltos en polémica. En mayo de 2022, un ingeniero de Google aseguró que su aplicación LaMDA (Language Model for Dialogue Applications) había llegado a ser un ser sintiente y con ‘consciencia’. Incluso, contrató un abogado para demostrar que estaba ‘viva’.

Tras el escándalo y el despido del ingeniero, Google decidió lanzar una app para que los usuarios prueben 'hablar' con LaMDA. Está disponible en las tiendas de apps con el nombre de AI Test Kitchen. 

Científicos italianos construyen un prototipo de un mano usando una impresora 3D, el 31 de agosto de 2022.  Reuters

Por años, las impresoras han permitido hacer libros o empaques, pero a partir de 2017 se popularizó la impresión en 3D, que convierte un diseño virtual en un objeto tangible. 

Básicamente, la impresión 3D parte primero con una idea o diseño, que por lo general se crea en un programa informático. Luego, el modelo se divide en miles de capas y esa data se envía a la impresora que la lee y reproduce en un producto real. 

Gracias al desarrollo de la impresión en 3D se ha logrado reproducir prótesis de partes humanas y un sinnúmero de piezas para el sector inmobiliario y automotriz. 

Con el tiempo, las impresoras 3D se han convertido en dispositivo relativamente asequible en empresas y hogares. Aunque, primero un usuario debe estar dispuesto a pagar unos USD 1.000 por una impresora para aficionados, y unos USD 2.500 por una profesional. 

El futuro de la impresión 3D es que sea capaz de levantar edificaciones enteras en pocos días o meses, ahorrando recursos para el medio ambiente.