El escenario electoral se repite. Entre los grupos etarios, los mayores de 41 años casi no están en el radar de los candidatos para las elecciones extraordinarias de 2023.
Las generaciones 'baby boomers' y 'X' suman el 46% del padrón electoral. Los primeros representan a tres millones de votantes y los segundos, a 3,1 millones. Sin embargo, los candidatos a las elecciones extraordinarias centran su atención en los más jóvenes.
Debido al poco tiempo que conlleva este proceso electoral, uno de los elementos que se mantiene intacto es el padrón. El Consejo Nacional Electoral (CNE) no podrá actualizarlo, por lo que se limitará a marcar en la lista a los votantes que han fallecido.
En Ecuador las generaciones de 'baby boomers' y 'X' son las que menos prioridad dan a la vida digital, en eso los millennials y los centennials les llevan la delantera.
Y es, precisamente, ahí dónde la precampaña electoral está concentrada y creciendo. Al igual que sucedió en las elecciones seccionales de febrero de 2023.
Los 'baby boomers' tienen entre 56 y 76 años y una parte pertenece al grupo de los ecuatorianos con voto facultativo, es decir, que superan los 65 años.
El análisis del padrón electoral, realizado por PRIMICIAS, muestra la composición etaria de cada provincia:
Los 'baby boomers' están divididos en dos grandes grupos: el de los ciudadanos jubilados o pensionistas y el de aquellos que todavía trabajan, sea porque aún están en capacidad de hacerlo o por necesidad.
Entre las prioridades de este sector están el cuidado de su salud, pasar tiempo con la familia, ahorrar y, de ser posible, continuar con sus actividades laborales.
El siguiente segmento electoral es el de la generación 'X', con algunos intereses y comportamientos similares a los de los millennials. Pero también con algunas preocupaciones parecidas a las de los 'baby boomers'.
La generación 'X' es la que tiene un mayor porcentaje de empleo y también una de las que más accede a créditos.
A los 'X' se los cataloga como una generación optimista, que anhela volver a "la vieja normalidad" y que se enfrenta a los paradigmas marcados por las generaciones más jóvenes.
Aunque, por las características de la cultura política y partidista ecuatoriana, es difícil que quien llegue al poder mantenga una coherencia ideológica con sus votantes.
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