El presidente Guillermo Lasso está perdido. Cree que sufre una persecución personal y que le corresponde defender su honra.
Se olvida de que el juicio al que se enfrenta es político, que es un mecanismo democrático y un asunto de Estado.
Señala que la baja aceptación que tiene es por mala comunicación. Olvida que cuándo no se hace nada, no hay nada que comunicar.
Indica que la seguridad es un problema de las personas contra la delincuencia. Se olvida de que el responsable de la seguridad es la Función Ejecutiva que él preside.
El país pide paz, él ofrece armas. Olvida que las armas son para matar.
¿Le interesará el negocio de las armas, los votos del PSC o simplemente que se hable de otra cosa?
Lo que es claro es que la vida de la gente poco le importa.
Dice que el país está muy bien, olvida que la gente está sin empleo, sin oportunidades, empobrecida y desprotegida.
Promete que gobernará todo su periodo, olvida que está en medio de un juicio político, que hay un pedido ciudadano de revocatoria del mandato, que la Asamblea Nacional puede activar la muerte cruzada, que muchas organizaciones sociales piden que se vaya.
Olvida que se lo está fiscalizando por presunto peculado.
Olvida también el asesinato de Rubén Cherres, involucrado en la tarma de corrupción del llamado Caso Encuentro y en el caso León de Troya.
Guillermo Lasso olvida de que lo de fondo es el país, no él, y que para salir adelante él debiera irse a su casa.
Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.
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